sábado, 15 de marzo de 2014

Los mismos errores

Confié mucho sin tener de qué aferrarme. Sólo promesas, palabras. Un par de cada cosa que el viento se llevó a penas pudo. Creí que tenía razón... me equivoqué, una vez más.
No entiendo mi necesidad extrema de forzar las cosas para que terminen de ser lo que yo quiero. Nunca logre entender que, así no funcionan. Quizá porque cuando realmente quiero algo, hago todo lo posible por obtenerlo, sin importar las consecuencias o problemas que eso conlleve. Soy así: quiero algo y no paro hasta tenerlo. No me importa nada más. Pero a veces tengo que aprender (y entender, de una buena vez) que no todo siempre se va a dar como yo quiero. Que de los errores se aprenden, y que los golpes de la vida me enseñan cada vez más. Que no está tan mal darse la cabeza contra la pared para ver la realidad cuando todo parece estar fatal.

Hoy compruebo que no puedo lidiar con el destino, y con cada persona. No puedo cambiar nada de todo mi alrededor, si no empiezo por mí misma. 
Alejarme de las cosas que me perjudican va a ser lo mejor que puedo hacer para empezar. Dejá de encapricharte, loca. Viví la vida.

Día gris

Me levanto 15 minutos tarde. Me subo al auto y me doy cuenta que me olvide el celular, por ende, tuve que volver a casa a buscarlo. Me peleo con X. Me subí a un colectivo y tuve que volver a bajarme. Me lo tomé media hora después. Me pelee con una vieja en el colectivo. Me peleo con x, nuevamente. Se está por largar a llover. No hice ni un cuarto de todo lo que tendría que haber hecho en el día. No se que decir. "Hoy no es mi día, ya me enteré."

Finales

Lo que asusta del tiempo es no percibir su paso, no darte cuenta de lo rápido que pasa, si es que está pasando.

Los finales determinantes y precisos duelen, pero a veces duele más la manera de terminar algunas cosas: no te das cuenta. Ni siquiera reconoces que terminó. Es lo doloroso. Sólo pasa el tiempo, las cosas se dan como se tienen que dar, las heridas sanan (a veces) y después ni siquiera con claridad, pero se vuelven a abrir. Nunca cicatriza del todo, y eso es lo que poco a poco nos va matando.
¿Cuando fue la última vez que te sentiste así?