Soy libre, me digo. Cierro los ojos y, durante unos instantes, pienso que soy libre. Pero no termino de entender qué significa. En estos momentos, lo único que tengo claro es que estoy sola. Sola en una tierra desconocida. ¿Consistirá en esto la libertad? No tengo idea. Tesis desconectadas de la realidad, terminología vacía, ideales usurpados, sistemas inflexibles. Son esas cosas a las que a mí, realmente, me dan miedo. Son esas cosas a las que yo odio con todo mi corazón. Sin embargo, los errores de juicio personales pueden corregirse en la mayoría de los casos. Si uno tiene la valentía de reconocer su error, las cosas, generalmente, se pueden arreglar. Pero la estrechez y la intolerancia de la gente sin imaginación son igual que los parásitos. Provocan cambios en el cuerpo que los cuida y, mudando de forma, se reproducen hasta el infinito. Continuamos viviendo cada uno a su manera, incluso ahora. Por profunda y fatal que sea la perdida, por importante que sea lo que nos han arrancado de las manos, aunque nos hayamos convertido en alguien alguien completamente distinto y solo conservemos, de lo que antes éramos, una fina capa de piel, a pesar de todo, podemos continuar viviendo, así, en silencio. Podemos alargar la mano e ir tirando del hilo de los días que nos han destinado, ir dejándolos luego atrás. En forma de trabajo rutinario, el trabajo de todos los días, haciendo, según cómo, una buena actuación. Al pensarlo, me sentí terriblemente vacía.
viernes, 26 de septiembre de 2014
Cambios irremediables y otros no tanto
Soy libre, me digo. Cierro los ojos y, durante unos instantes, pienso que soy libre. Pero no termino de entender qué significa. En estos momentos, lo único que tengo claro es que estoy sola. Sola en una tierra desconocida. ¿Consistirá en esto la libertad? No tengo idea. Tesis desconectadas de la realidad, terminología vacía, ideales usurpados, sistemas inflexibles. Son esas cosas a las que a mí, realmente, me dan miedo. Son esas cosas a las que yo odio con todo mi corazón. Sin embargo, los errores de juicio personales pueden corregirse en la mayoría de los casos. Si uno tiene la valentía de reconocer su error, las cosas, generalmente, se pueden arreglar. Pero la estrechez y la intolerancia de la gente sin imaginación son igual que los parásitos. Provocan cambios en el cuerpo que los cuida y, mudando de forma, se reproducen hasta el infinito. Continuamos viviendo cada uno a su manera, incluso ahora. Por profunda y fatal que sea la perdida, por importante que sea lo que nos han arrancado de las manos, aunque nos hayamos convertido en alguien alguien completamente distinto y solo conservemos, de lo que antes éramos, una fina capa de piel, a pesar de todo, podemos continuar viviendo, así, en silencio. Podemos alargar la mano e ir tirando del hilo de los días que nos han destinado, ir dejándolos luego atrás. En forma de trabajo rutinario, el trabajo de todos los días, haciendo, según cómo, una buena actuación. Al pensarlo, me sentí terriblemente vacía.
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