viernes, 26 de septiembre de 2014

Soltar para avanzar... ¿soltar, para crecer?

Es increíble que puedan caber tantos significados y dificultades en una sola palabra: soltar.
¿Soltar qué? Una relación, una persona, un recuerdo, una foto, una adicción. Soltarse de algo, de un abrazo, de un momento, de un amor. Tan fácil decirlo y tan difícil cumplirlo. 
¿Es lo mismo dejar ir, que soltar? En mi opinión personal, creo, definitivamente, que es mucho más común dejar ir, sin haber soltado. Todas las personas en algún momento de sus vidas tienen que dejar ir a alguien, o a algo, que ya no puede quedarse, por más que quieran. Pero, dejar ir no significa soltar. No todos los que dejan ir, se sueltan, se desprenden. Creo que esa es la parte más difícil de todo esto, soltarse, aún habiendo dejado ir.

Dejé ir, pero no (te) solté. No me solté, no se soltó, ni nos soltamos. Simplemente nos dejamos ir, como dos desconocidos. El allá, yo acá, dos personas totalmente diferentes, unidas por algo insignificante, chiquito, tan chiquito como los recuerdos guardados en ese rincón que nadie puede ver, solo esa persona que los guarda, y quien los comparte. 

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